El pasado 1 de octubre fue un día grande en Bodegas FERRATUS. Dio comienzo la ansiada vendimia, en el Pago de Santa Cruz, en el municipio de La Horra, nuestra viña, la niña mimada de la familia, y la que nos da la tempranillo del futuro FERRATUS Sensaciones 2015.
No me importa decirlo: el primer día de vendimia casi no duermo, y los siguientes poco. Los nervios se apoderan de mí, como cada año desde hace ya 13 otoños. La responsabilidad de que todo sea perfecto y durante el día el orgullo de lo bien hecho, son sensaciones encontradas y difíciles de explicar, que me hacen liberar adrenalina.
El primer día amaneció deslumbrante, y los siguientes también han sido excepcionales. Cielo raso, más de veinte grados de temperatura, y la tempranillo espectacular, en su mejor momento, en menor cantidad que el año pasado, pero sana y de grano pequeño, lo que augura máxima calidad, mucho color y fantásticos aromas frutales.
Como siempre, recogemos la uva, seleccionándola en viña y en cajas pequeñas, para que el racimo descanse intacto hasta llegar a bodega, en las mismas condiciones que si estuviera en la viña. Este año hemos dejado que duerma al raso, han sido noches frescas y no había riesgo de lluvia.
Por fin, de madrugada, la tempranillo entra en bodega, fría como la mañana, donde continuará su camino hasta formar parte de las escasas 6.000 botellas de FERRATUS Sensaciones 2015, no antes de 2018.